Para mi blog

Me gusta mi blog. Porque:
-Cuido lo que escribo
-Utilizo el vocabulario más rico que me puedo permitir
-Desarrollo la historia de un modo muy directo
-Me gusta la cantidad de personajes que hay y como son
-Hay gente que lo sigue y deja comentarios, y eso los honrra.
Me gusta mi blog. Y nadie me va a hacer cambiar de opinión. (:
Leelo, si tienes tiempo, igual te gusta...

miércoles, 28 de octubre de 2009

Si tu supieras...

Cada vez me perseguían más los remordimientos. La verdad es que nunca he sido muy especialista en respetar la opinión personal, pero este había sido mi caso más grave. No quería pensar en ello, pero era imposible. estaba incluso pensando en pedir disculpas por lo que hice, pero, lector, rectificar es mas difícil que perdonar, y eso lo yo sabía muy bien.
Hoy era lunes. Una mañana con un sol abrasador ilumina Broken Hills. Yo caminaba hacia el instituto, y por cierto, llegaba tarde. Ahí fue cuando las vi.
-Hola, Izzie-me saludó a lo lejos Zoey. Se notaba que no le importaba mucho el incidente del otro día o bien no había captado aún el sentido de la pelea. Eso sí, pude ver a distancia la expresión de enfado de Sharon y Erin hacia mí y la de réplica hacia Zoey.
Decidí contestarla de tal manera que fuera difícil oírme.
-Hola.
Sharon y Erin aceleraron el paso y Zoey las siguió como si buscase una respuesta a semejante ignorancia hacia mí. Sin embargo, no la obtuvo.
Entré a clase y ellas ya se habían juntado y me habían echado de mi sitio, que estaba al lado del suyo. No tuve más remedio que buscar otro, haber...
Sookie, la alumna nueva, tenía un hermoso sitio a su lado, y mejor aún, vacío.
-Hola. ¿Tú me dejarías sentarme en este sitio?
-Claro, siéntate.
En ese momento, el profesor de ética entró por la puerta. Hace unos días, me acuerdo cómo la tímida Zoey nos revelaba que le gustaba. ¡Ay, inexperta amiga! ¿Cuántos años tenía el profesor? ¿Veinticinco? A simple vista parece la edad de alguien joven, pero el profesor aparentaba más de los que tenía, por desgracia.
-¡Bien, chicos y chicas! -comenzó el profesor- Hoy he elegido con delicadeza un tema que me parece de interés; así que hoy, ¡libros fuera! Hoy vamos a charlar sobre el aborto, ¿todos sabéis que es, verdad?
Aunque Erin ya no fuera mi amiga, la miré y vi como se aclaraba la garganta. Tenía miedo.
-¡Vale, quiero la opinión de todos y cada uno de vosotros! -dijo el profesor con un énfasis tremendo- ¿Por que no empiezas tú, Lucas?
Cómo siempre, comenzó a jugar con el bolígrafo y el profesor no obtuvo respuesta. Por esta razón, descidió cambiar de alumno, yo rezaba por que no me tocase a mí.
-¿Y a ti, Izzie?
¡Caray!
-Eh..mmm..bueno-miré a Erin y me mordí el labio; la volví a mirar y me volví a morder el labio; después caí en la cuenta de que ya no formaba parte de su grupo y esta era una opinión, no un discurso, así que hablé- Pues me parece que depende de la situación, si la persona es muy joven no me parece mal, ya que eso le estropearía la vida.
-Buena respuesta, señorita Starduck, alguien más...
Erin levantó la mano.
-¿Qué tienes que decirnos, Erin?- se notaba que el profesor parecía confuso.
-Quiero decirle una cosa a la señorita Starduck, ¿puedo?
-Claro.
Se giró en mi dirección y me miro de modo desafiante, pero, no sé por qué, toda la clase me miraba a mí en vez de a ella.
-Yo creo que eso es un asesinato, es de personas inhumanas hacer tales actos sólo por qué a alguien le moleste, en mi opinión da igual la edad, da igual la situacion, da igual...
-¡No da igual, Erin!-he de reconocer que me sobresalté, y bastante.
-¡NO puedes meterte en la vida de los demás!
-¡Bueno, basta!-gritó de pronto el profesor-Las dos al pasillo, ¡ya!
Me levanté de la silla y Erin detrás de mí.
-Eres una...-me susurró Erin al oído.
-¡Señorita Halcock, pare de susurrarle cosas a su compañera y limítese a cumplir su castigo!
Salimos del aula y nos apoyamos contra la fría pared del pasillo. Hubo un silencio absoluto. SE podía oír cómo en la clase todavía discutían sobre el tema por el que la amistad entre Erin y yo se había esfumado en sólo 3 minutos y unas cuántas palabras.
-Isobel Starduck, te quiero dar una explicación que te sirva de ayuda para dejar de meterte en mi vida. Escúchame atentamente.
Tragué saliva.
-El día en el que mi vida cambió para siempre, mi padre llamó a casa y me informó de que mi madre había contraído una enfermedad no muy grave que aún estaba por detectar. Horas más tarde, volvió a llamar. Mi madre tenía cáncer de estómago. Aún no estaba por determinar el tiempo que le quedaba, pero los médicos aproximaron que seguramente fueran dos años, y que lo sentían mucho pero que era un cáncer incurable. No podía aguantar la presión, me fallaban las piernas, y el corazón me latía con una rapidez asombrante. Resumiéndolo muy brevemente; cuando me enteré de que me quedé embarazada me dije lo siguiente: voy a darle a mi madre lo que todo el mundo quiere tener, un nieto. ¿Cómo quieres que permita que muera mi madre sin haber visto uno de sus descendientes? Claro que a todas las madres les gusta que sus hijas hagan sus carreras, se casen, tengan hijos... pero claro, todo eso es a partir de los veinte. Y como comprederás, no me queda precisamente poco para tener veinte. Así que, ahora yo, quiero hacerte una pregunta, ¿tú que ha..ri..as?
Erin no aguantó la presión y rompió a llorar. Como toda buena "ex-amiga" apoyé su cabeza en mi hombro y dejé que sus lágrimas mojasen mi camiseta, por segunda vez.



lunes, 26 de octubre de 2009

¿Estás segura?

Me levanté temprano para ser un domingo, a eso de las nueve. De ropa, me puse lo primero que vi. Luego me dirigí a la cocina. Olí un suave aroma a canela. ¡oh, mi madre había hecho tortitas! Con lo que me gustaban...
Sin mas demora, le saludé y le dí un beso en la mejilla. Me senté en la silla y esperé a que se terminasen de hacer las tortitas. Ella me sirvió unas cuantas, pues sabía que me encantaban. Después de limpiar un poco la cocina, se sentó y comenzó a desayunar lo mismo que yo.
-Hija, ¿que te pasa?-comenzó mi madre con expresión angustiada- Ayer regresaste demasiado tarde a casa, y, cuando viniste, tenías una cara...
Repentinamente me recordé de lo de Erin, y puse cara de pócker. Ella lo tomo como un: " Ya hablaremos luego". Y, para mi suerte, no me hizo más preguntas. Aunque, eso si, cuando estaba saliendo por la puerta principal, solo me hizo una bastante común.
-¿Adónde vas?
-Voy a dar un paseo con Sharon, Zoey y Erin por la ciudad.
"Ojalá fuera eso" pensé.
-Vale, pero ten cuidado, te espero para la hora de comer.
La sonreí falsamente y salí con cautela por la puerta, con paso tranquilo, para que no sospechara.
Caminé unos quince minutos hasta el centro, donde había aparcado el coche por última vez. Durante ese camino, me fijé en una cosa algo extraña. Para ser un domingo por la mañana, un montón de chicos jóvenes (seguramente universitarios), se apilaban detrás de mí, mirando con deseo y algún que otro con vergüenza. Por supuesto, también miraban a otras, pero, lo raro, es que era como si m estuviesen siguiendo. Todos siempre me habían dicho que era guapa, otros me decian "tu tienes que ser modelo a la fuerza, no entiendo como alguien puede salir tan bien en las fotos" . Y, dejando modestia parte, era verdad. Todas las fotos que tomaba, todas que estaban para exponer. La verdad es que me consideraba afortunada por eso. Me gustaba tener el privilegio de, aunque recibiera un empujón, yo salía saludando y con una sonrisa y parecía como si no hubiese pasado nada. Puede ser que a estos chicos solo les interesaba la belleza en una chica, y por eso me perseguían. Yo caminé sin mirar hacia atrás y entré en mi coche. Un chico que parecía algo mas maduro que los otros dio unos golpecitos a la ventanilla; yo la abrí ,y, mirándome a los ojos, habló:
-Hola. Puede que esto sea algo informal. Mi nombre es Alejandro, pero todos me llaman Alex. Veras, estoy organizando una pasarela para recaudar fondos, y tu... tus gestos... tu mirada. No se, eres..
-¡Para! No me interesa.
-Única.
He de decir que me sonrojé, en el fondo me apetecía, pero, no podía abandonar a una amiga por esto.
-Mira, si quiero ser modelo, lo soy. No necesito que nadie me ofrezca un puesto y menos ahora, ¿te quedó claro?
-De acuerdo, no insistiré. Adiós.
Esa despedida no me gustaba para nada, "ADIÓS". Así que por instinto, se me escapó "Hastaluego".

Arranqué y me dirigí a casa de Erin, que para su suerte, sus padres no habitaban debido a unos temas de negocios que debían atender. Cuando llegué, estaba tirada en el sofá, desvalida y sin fuerzas. Y, para mi opinión, no era por el embarazo, si no por la noticia.
Sharon se había quedado con ella durante toda la noche, ya que Zoey y yo no podíamos. Sharon le estaba preparando el desayuno y Zoey aún no había llegado.
-Hola, Izzie-me saludó Erin.
-¿Qué tal te encuentras?
-Bueno, ya sabes, asustada.
-Supongo.
-Izzie, yo quiero tenerlo.
-¿Qué?-dije enfocando cada letra.
-Soy joven, pero eso no significa que no pueda tenerlo. Lo he estado pensando, y, este es el último año, ya estamos acabando el instituto y bueno, la verdad es que siempre he sentido curiosidad por la maternidad.
-¡Si ni siquiera sabes quién es el padre! Además, tu no te mereces una vida así. Haz el aborto ahora que puedes; Erin, piensatelo, tu no te mereces esto, fue un desliz, y no tiene que volver a pasar, no tiene por qué -hice una pausa porque me faltaba la respiración, durante esa pausa, llegó Sharon con una bandeja que contenía café y un par de tostadas. Lo había escuhado todo. Lo único que hizo fue ser diplomática. Ni de parte de Erin ni de la mía. En el fondo se notaba mucho que estaba de su parte. Así que cogí mis cosas y me marché. Ya sé que eso no es lo mejor que podía haber hecho, pero lo que no soportaba es ver como una vida se rompía en pequeños cascos.



La mesa 24

La noche era cruda. Yo estrenaba mi chaqueta de tela para otoño que había comprado horas antes. Habíamos quedado en el pub de siempre, cálido y acogedor, que siempre nos motivaba a tomar un gin-tonic; aunque yo, siendo sincera, los odiaba.
Aligeré algo el paso y finalmente llegué y me las encontré a todas tiritando y al lado del fuego, no, perdón, todas no.
Faltaba Erin. ¡Siempre debía de llegar tarde! Y, querido lector, no exagero. Su tendencia estresaba hasta al mas paciente, que en este caso se trataba de Zoey. Nunca sobrepasaba el límite. Era una excelente mediadora en las peleas que había en el grupo. Eso nos ayudaba a todas; siempre venía bien tener gente de todo tipo en un grupo y no ser exactamente de la misma personalidad.
Me acerqué a ellas. Casi no podían levantar la vista. yo, en cambio, no se por qué, aunque estuviese muy acalorada o incluso lo contrario, helada, mi cuerpo reaccionaba de forma corriente. No hubo ni una vez en la que estuve enferma. Ni una. Ni ninguna vez en la que fuese al médico. Ni una. Por esta razón puede que sea por la que siempre acudía a todas las citas, eventos, celebraciones, fiestas, etc. ¡Bien! Resultaría divertido, pero, sin tener la intención de ser aguafiestas, no lo eran. Las chicas siempre quieren ser el centro de atención, pero cuando lo eres excesivamente, cansa. Por eso me busqué este grupo de amigas: divertidas, inteligentes, y, sobretodo, me acompañan a donde les pida, así, por lo menos, llamamos la atención todas. Y eso a ellas les gusta, así que todas salimos ganando.
-Hola.
-Hola, Izzie-me saludó Sharon.
-Así que Erin otra vez llega tarde... ¿no?
-mmm... por una vez te equivocas. Está en el baño. Bueno, ella nos dijo que si venías mientras estaba en el baño que no te lo contásemos , pero es que es muy fuerte-Sharon se acurrucó a Zoey y sonrió pícaramente- Veras...
Sharon! Calla la boquita o te corto la manita- esa fue Erin, que apareció de la nada con una expresión de ira y tristeza a la vez.
-Entonces ya tienes los resultados...-Zoey esperaba una repuesta pero no la obtuvo.
Yo misma saqué mis propias conclusiones. Resultados... seguramente fueran unos resultados médicos, pero, ¿de qué? Erin siempre había estado relativamente sana. De repente, Erin se sentó débilmente a mi lado, apoyó la cabeza en mi hombro y se puso a llorar. Era una pena tremenda la que sentía por dentro. Si ya te duele ver a un amigo llorar, lo peor es que llore a tu lado.
-Tranquilízate-le acaricié el pelo, ya que, en su estado, no me atrevía a preguntar nada, aunque, no hizo falta porque súbitamente comenzó a hablar.
-Fu..e to..do a..yer-hizó una pausa para sorberse la nariz- Yo esta..ba aqu..i, e..n est..a mes..a. Hab..ia pedi..do una cop..a de vin..o, y, un chic..o se me acerc..o y bu..en..o-cogió un pañuelo de la mesa y se limpió un poco la cara. Al ver que todo el restaurante la observaba, intentó tranquilizarse un poco y continuó- habl..am..os un rato y el resto os lo po..deis imaginar. Ho..y fui a la farmacia y compré un test de embarazo. Cuando llegué aquí, les c..onté que podría haber posibilidad de embarazo. Corrí al baño e hice el test. Me parece que ya está el result..ado, ¿puedes comprobarlo tu, Izzie?
Me tendió la prueba. Yo estaba atónita con la historia, pero finalmente lo alcancé. Le dije el resultado, y lo único que recuerdo de esa noche es un desmayo y una copa de vino derramada.