Para mi blog

Me gusta mi blog. Porque:
-Cuido lo que escribo
-Utilizo el vocabulario más rico que me puedo permitir
-Desarrollo la historia de un modo muy directo
-Me gusta la cantidad de personajes que hay y como son
-Hay gente que lo sigue y deja comentarios, y eso los honrra.
Me gusta mi blog. Y nadie me va a hacer cambiar de opinión. (:
Leelo, si tienes tiempo, igual te gusta...

viernes, 6 de noviembre de 2009

Algo que ella no quería decirme

-Bueno, creo que esto ya está arreglado - dijo finalmente Alex.
Sin pensármelo dos veces, le agradecí sus esfuerzos por arreglar el coche, puesto que los consideraba mayores a la simplitud de simplemente llamar a un taller.
-No hay de qué, Isobel. Espero que podamos volver a contactar en un futuro inmediato. Hasta pronto, señorita...
-Starduck - ¡pobre gentil caballero! No era de extrañar una risa floja interpretada por la confianza que empezábamos a tener.
Sin decir sílaba alguna, se marchó con gesto grácil que me causó la impresión de que una satisfacción por el trabajo con buenos resultados. Ahora que me recordaba... ¿Cuál sería su apellido?
"Isobel, mira su tarjeta" pensé. Eso fue lo que hice.
Alejandro Campos. ¿Campos? La verdad es que no me sonaba de nada. ¿Sería europeo o asiático? Asiático lo dudo sinceramente. Mmm... Puede ser... ¿Español? ¿Alex era español?
Decidí dejar el tema, pues tampoco era para prestarle un mayor interés del que necesitaba. Comprobé de nuevo que el coche estaba en buenas condiciones. Arranqué.
"Veamos... la universidad se encuentra a 30 kilómetros por la autopista, por lo que debo tomar mano izquierda. Eso es, sí. Que cosas mas raras piensas, amiga mía. Que desastre. Aprieta con fuerza el volante y no te distraigas"
Mi mente era algo incauta, así que aparte de independiente, sí, llegaba a ser a veces crédula. Conducir en ese momento me servía como punto fuerte para mi tranquilidad. Hoy y siempre. Por eso nunca tuve pereza por presionar con firmeza el acelerador y desconectar de lo que me rodea.
Los treinta kilómetros fueron cortos. En menos de media hora había llegado. Aparqué en aquel deformado aparcamiento de tierra y salí del coche con agilidad y sutilidad. Notaba el calor, pero era inmune a tal temperatura. Tuve que andar unos cuantos metros para poder acceder a la entrada. Había una gran fuente que destacaba incluso sobre los jardines recién segados y las flores llenas de rocío y color vivaz. La entrada estaba cuidaosamente decorada con formas de espiral que, del modo que estaban colocadas, eran muy majestuosas. Vulgus Blikstad era una universidad de fama continental que me llamó mucho la atención en mis estudios de enseñanza secundaria y que todavía consigue ese efecto. Entré.
Una sala amplia con vitrinas, mesas de inscripción, folletos, etc, me invadieron la vista. No sabía a dónde dirigirme; aunque no estaba especialmente confusa, sólo, sorprendida.
Primero decidí ojear algunos folletos y prescindir de los de menos interés.
Luego rodeé las salas de diferentes plantas para intentar familiarizarme con el sitio. Después, el más importante de los pasos, acudí a la presentación que celebraban hoy para que los alumnos tomasen apuntes y decidiesen su ocupación en la universidad. También se nos iba a ser presentado el decano.
He decidido, para no aburrir al lector más de lo que se merece, que no voy a dar detalles sobre el asunto, eso sí, ya tenía algunas vagas ideas en mi cabeza de lo que quería estudiar. Filología inglesa.
Salí del lugar tan rápido como pude, como si huyese de algo que me atormentase. No tenía especiales ganas de seguir allí. Me dirigí al aparcamiento. Eran las 8 de la tarde. Lo sabía porque un reloj resonó a lo menos 700 metros de distancia. Al subir al coche, alejé la libreta de mí lo más que pude. Sin saber por qué, la presentación me había producido un fuerte dolor de cabeza. "Iré a casa lo antes que pueda" pensé.
Solo tardé 20 minutos. Extraño en mi conducción de día a día, pero real. Luego, a mi pesar, tuve que andar 15 minutos hasta mi casa. Por lo que los 20 minutos que convirtieron en 35-40.
Cuando entré, no había nadie en la casa.
"Seguramente surgió un asunto, no pasa nada Isobel, ni que tuvieras 5 años"
Recorrí la poca distacia que había del salón hasta mi habitación. Saqué el móvil del bolso y también la tarjeta de Alex.
-¡Vaya, comunicando!
"Alex debe de ser alguien ocupado" mi mente estaba desasosegada. Aunque yo me conocía. Y aunque tomase un baño de agua caliente con velas de color caquí y olor a hierba alrededor, seguiría estándola.
Colgué. Pero a los pocos minutos recibí una llamada. Era Alex.
-¿Sí?
-Hola. Verás, Isobel, he recibido una llamada. ¿Has sido tú, verdad?
-Omm... sí - alargué cada letra, y eso es síntoma de nerviosismo, ¡no podía ser!
-Bien, pues habla.
-Verás, pensé tu oferta y me resulta interesante. Pronto empiezo la universidad y necesito algo de dinero...
"¿Qué hago yo dándole explicaciones a este indeseable?"
-¿Mañana a las 12 am en el sitio de ayer? - hombres, les das la mano y te cogen el brazo. ¿O es más bien con mujeres?
-Vale, entonces hasta mañana. ¡Ah! Por cierto, ¿necesito llevar algo?
-No es necesario, ahí te maquillarán y te arreglarán.
-Bueno, pues hasta mañana.
-À demain.
Tenía un bonito acento francés. ¿Sería de allí?
Mientras oensaba en todo esto, alguien entró por la puerta. Seguramente fuese mi madre. Bajé a mirar.
-Hola, mamá.
-Hola, cariño - me contestó ella. Estaba cabizbaja. Como si estuviese avergonzada por algo.
-¿Saliste a la calle? - intenté parecer lo más dulce y amena posible.
-Eh...bueno.. me reuní con alguien - me había equivocado. Su sentimiento no era de vergüenza, era de culpa.
-Por que estas.. ¿así? Te veo ausente - en esa parte mi preocupación era notable. Pero no podía hacer nada. La quería y quería saber qué le ocurría.
-Hija, yo... he hablado con la madre de Erin. Me dijo que acababan de regresar de un viaje y que me invitaba a tomar un té a su casa porque quería comentarme algo sobre temas en concreto - tímidamente hizo un gesto con la mano para enjugarse las lágrimas que todavía no habían brotado de sus ojos.
-¿Me equivoco al pensar que te ha comentado la enfermedad que padece?
-No, cariño, no te equivocas. Sin embargo, también me dijo que su hija últimamente estaba teniendo un comportamiento impulsivo cuando se intentaba entablar una conversación con ella. También me dijo que descubrió un test de embarazo en su mesita de noche que daba positivo. Las evidencias eran claras. ¿Tú sabías algo?
-Bueno, algo del tema sí sabía - ahora la avergonzada era yo.
-Mira, hija mía, nunca te he comentado esto pero... - levantó algo la cabeza y se recompuso - yo no tengo 45 años... tengo...
-¿Cómo qué..?
-35.
-¿Que me quieres decir con esto? - mi vergüenza ahora era ira y enfado.
-Que yo te tuve con 17 años, no con 27.
-(...)
Solté un suspiro.



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