Para mi blog

Me gusta mi blog. Porque:
-Cuido lo que escribo
-Utilizo el vocabulario más rico que me puedo permitir
-Desarrollo la historia de un modo muy directo
-Me gusta la cantidad de personajes que hay y como son
-Hay gente que lo sigue y deja comentarios, y eso los honrra.
Me gusta mi blog. Y nadie me va a hacer cambiar de opinión. (:
Leelo, si tienes tiempo, igual te gusta...

viernes, 27 de noviembre de 2009

Si juntas tus labios con los míos...

-Si no es una pregunta prosaica, ¿qué haces? - me dijo él con expresión feliz.
"Raro, ¿no crees?" de lo despistada que estaba en ese momento, mi alma quería responder a esa pregunta. Pero, como toda persona con la mínima inteligencia requerida para defenderse lengüísticamente, sabrá que hablar consigo mismo es ya casi un acto de locura.
-Escribo - le estaba siguiendo el juego.
-Ya, me era una opción bastante simple antes de preguntártelo - ¿incomodidad? Sí, eso era ahora - Aunque, me interesaría saber el qué.
-Palabras - era feliz, no iba a romper mi cadena.
-Si no quieres contármelo, lo adhiero a tu comportamiento y cierro el caso - levantó la ceja.
De repente, una azafata irrumpió la, no tan insulsa charla, para ofrecernos algún producto.
-¿Queréis algo de beber o de comer? - la azafata era joven, redondeé 22 años, y como toda chica joven algo "cándida", se insinuó a mi compañero.
Tenía que reconocer que Alex era un chico guapo. Pelo castaño, ojos verdes, estatura por encima de la estándar y con piel más bien clara. Igual, con esta descripción, la azafata se encajó simultáneamente como pareja de hecho con mi acompañante; con los convencionales deseos de una mujer de su edad.
Incluso llegó a haber deseo de flirteo en ella, lo noté.
-¿Y usted señor, que desea? - dijo la azafata, con descaradas intenciones.
-Nada, gracias - la miró de reojo pero luego fijó la vista en mí.
La azafata, con recelosa expresión, agarró su carrito y continuó andando para ofrecer a otros pasajeros el contenido del mismo, ya algo enfadada.
-Mejor olvidemos esta escena, Isobel - suspiró - Por cierto, no pienses que he olvidado la conversación que manteníamos hasta hace un momento.
-No lo ponía en duda - cogí mi libreta, disimuladamente, para alejarla de su vista.
-Verás Isobel, deberías contarme esto, somos amigos, ¿no?
"Amigos"
No pude evitar soltar una ráfaga de aire extensa.
-¿Sucede algo? - su expresión preocupada me impedía mirarle a la cara, tal vez yo era cobarde o él una causa de incomodidad. Fuera como fuera, me era imposible decir sílaba alguna.
Un murmullo cerró la conversación. Miré mi reloj. Nada más y nada menos que 7 horas quedaban. Casi no había nadie en el avión, y la noche mágica bloqueaba ahora todos mis sentidos. La luna relucía en el cristal. Era preciosa. La verdad es que era una situación que nunca me hubiese imaginado y que ahora estaba echando a perder.
-¿No vas a decir nada? - casi fue sorpresa mi semblante.
-¿Debería? - y el suyo.
-Sí. No me aguanto con mi alma - me recosté en el asiento y, brava, si se podría decir así, le miré fijamente con la cara despejada.
Hize una pausa larga para darle la oportunidad de decir algo. Tuve que tomar yo las riendas.
-Todavía se me hace difícil monetizar la situación.
-En esto estoy de acuerdo contigo, nunca la he vivido. Y no creía que en este año me fuera a suceder.
-A mí menos. Es increíble pensar cómo ha cambiado mi vida en tan sólo cinco días - miré al techo hasta casi sonreir - Yo, que había tenido una vida tan alejada de percances, y que creía que seguiría así, ahora me pasa esto.
-¿Debo tomar tus palabras como si esto fuera una situación desagradable o algo fuera de lo común?
-Emocionante, así que sí, la segunda.
-Claro está que te sientes intimidada tal vez. Yo soy un desconocido, Isobel. Nunca voy a dejar de serlo - repentino pesimismo que me produció un escalofrío en la nuca.
-No entiendo a qué viene eso.
-Está superpuesto. Nunca habrás vivido algo como esto y...
-Siento interrumpirte, por tener prejuicios - le dije algo ofendida - ,pero yo sí que he tenido mis romances.
-Y puedo asegurar, sin meterme en tu vida privada, ¿que sin muy buenos resultados?
-Puedes, porque sino no estaría aquí, contigo. Estaría con otra persona - calmada me sentía, ¿acaso debería de haber otra reacción en mí?
-Puede ser - dijo, casi aclamando mi respuesta.
-Debes saber que yo no doy la razón para esperar tales respuestas como las tuyas son - eso era exactamente, por una vez, lo que quería decir, palabra por palabra.
-¿Te ofendes con mis opiniones?
-Como con todo el mundo, pero sí, hay casos.
-No te entiendo, Izzie - por segunda vez me llamó Izzie. Quizá es que me cogió confianza. Mas, ¿qué otra cosa se puede esperar? Éramos "amigos", ¿no? - La primera vez que me encontré contigo, bueno, más bien llamé al cristal de tu coche, fuiste brusca conmigo. Luego te vuelvo a encontrar, con el mismo estropeado. Coges mi tarjeta y agradeces mi ayuda, eso sí, aún rechazas la posibilidad de ser modelo. El mismo día, me llamas nerviosa solicitando el trabajo. Al día siguiente, vamos a la academia y te mantienes callada mientras yo te, "defiendo", de John. Cuando te explico lo de la tesis, algo te incomoda, quizá la introspección por mi parte. Cuando te entrego la tesis y la lees, te enfadas por haberte simplemente dicho que me parece que tienes el síndrome y también por proponerte ser la persona que me ayude a completarla. Cuando te presentas al día siguiente, me sorprendes con tu pregunta sobre un rumor incierto que has oído, luego me preguntas cómo comenzar tu carrera y yo te sirvo de mentor, aunque parece ser que no te es de lo más gratificante. Cuando te intento enseñar y te vuelvo a decir que tienes el síndrome, me clavas una estacada llenando tu comportamiento de ira y furia. Yo te propongo ir a Berlín y un día después te presentas con las maletas en mi despacho. Fuimos al aeropuerto y ahora estamos subidos en este avión. Tu has escrito una historia y yo intento sonsacártela. Nuestra relación se podría resumir en eso. ¿Realmente crees que yo puedo ser parte de tu vida con tan sólo cinco días de broncas y también quizá algún momento de felicidad?
-Yo creo en lo imposible, Alex.
Me tomó de las manos.
-Yo creo en ti, yo... - cada vez se acercaba más a mí - te...
Antes de que puediera juntar sus labios contra los míos, los dos notamos una turbulencia. Estaba lloviendo a mares. El copiloto anució la presencia de éstas, convirtiéndolas en uno de mis mayores miedos durante ese momento.
-Agárrete a mí fuerte, no va a pasar nada.
Así hize. Seguramente fuese algo extraño, pero aunque me muriese en ese mismo momento, moriría feliz. Moriría a su lado.

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