Para mi blog

Me gusta mi blog. Porque:
-Cuido lo que escribo
-Utilizo el vocabulario más rico que me puedo permitir
-Desarrollo la historia de un modo muy directo
-Me gusta la cantidad de personajes que hay y como son
-Hay gente que lo sigue y deja comentarios, y eso los honrra.
Me gusta mi blog. Y nadie me va a hacer cambiar de opinión. (:
Leelo, si tienes tiempo, igual te gusta...

jueves, 19 de noviembre de 2009

Por fin, como en los viejos tiempos

Después de ese inesperado relato, me acosté lo más rápido que pude.
Por un lado aquella historia no me impresionaba. Me colapsaba. Nunca habría llegado a tener tal concepto de la vida de mi madre, pero, como toda buena hija, no pensaba remendar sus errores.
La noche era oscura como ella sola. Lo mismo que la noche en la que me enteré del terrible incidente de Erin. Me puse a pensar. Era absurdo seguir esquivando a mi grupo de amigas solo por un tonto intercambio de opiniones con Erin. Pensaba arreglarlo todo, y mañana mismo.
Cuando me levanté, intenté apresurar para elegir mis mejores ropas. Quería ir adecuada para la ocasión. Además, hoy tenía que ir a la academia.
Salí de casa y llegué al instituto sin cambios aparentes. Entré directa en mi clase e intenté localizar a Erin. No estaba. Decidí preguntar sobre su paradero a Sharon.
-¿Sharon? - estaba sentanda en una silla y había girado el cuerpo para hablar con un chico muy mono del que llevaba prendada desde hace más de dos años.
Se giró.
-¿Qué quieres? - no lo dijo brusca, como la expresión puede parecer. Fue natural. Permaneció neutral. No quería hacer el ridículo delante del chico.
-¿Sabes donde está Erin?
-Si – se rascó la cabeza mientras intentaba visualizarla, pero era un truco, para distraerme – Hoy va al ginecólogo.
-Ah... - estaba algo decepcionada.
-Pero vuelve a tercera hora – sonrió de mala manera, pero lo hizo
-Bien, gracias – yo también la sonreí, como mejor pude
Tomé asiento y comenzó la primera clase del día. Química. Me entretenía. Esa asignatura tenía algo simbólico para mí. Se puede decir que incluso más que tecnología.
“Hay que ver que poco apasionada eres, Isobel”
Aún así, disfruté de la clase.
Las otras dos fueron horrorosas. Jamás se ha visto tal semblante reflejado en la ventana que impedía el aire rebelde que solía entrar en invierno. Eso sí, como todo profesor descuidado, estas frases fueron ignoradas por mi insistente y ambicioso profesor de lengua, al cuál, por lo que se ve, no me tragaba por las buenas.
Sonó el timbre. Quería salir de aquel aula. Tan poco oxígeno me mareaba. Además, necesitaba hablar con Erin, que estaría al caer; si nos creemos el testimonio de Sharon, claro.
Entró por la puerta. Zoey estaba dispuesta a correr hacia ella, pero Sharon la paró cogiéndola del brazo. Me acerqué a paso rítmico hacia ella. Le tenía confianza, era verdad.
-Necesito hablar contigo – le dije seriamente.
-Solicitud inválida. Yo no. Quiero hablar con “mis amigas”. Adiós.
“Ignorancia inválida” pensé. “¡Bruja insolente!”
-Tu no te vas, Erin.Quiero solucionar esto y punto. No quiero rodeos, Erin. ¡Es que no entiendes que así no se puede vivir! ¡Qué no teng...!
-Si lo entiendo, Izzie. Pero yo ya no puedo confiar en ti. Te implicas demasiado en temas que no te incumben. Y eso es lo que no soporto de las personas. Aparte de la intolerancia y la mentira, claro.
-Mira, Erin. Te quiero, porque tu eres mi amiga, aunque no tengas ganas de admitirlo. Y sabes que con dos amigas no te basta, que siempre hemos sido cuatro en el grupo. Lo que menos te gusta es tener que decir lo que sientes, porque te conozco. Si fuera yo estúpida, ¿crees sinceramente que haría esto? ¿Si no me importara nuestra amistad? ¿Algo que no quisiera para bien? ¿Algo que te moleste de todo esto? ¿Para qué si no estoy yo aquí? ¿Acaso me crees incontrolable e insufrible?
-Claro que te quiero, Izzie – me abrazó con fuerza. Lo sabía, había sonreído.
Zoey y Sharon estaban detrás de nosotras. Estaban mirando la escena con alegría.
-¿Un abrazo en grupo? - dijo Sharon entusiasmada.
-Un abrazo en grupo – le confirmé.
Y así como lo dicen los diálogos, lector, así como sucedió.
Todo volvía a ser como antes.
Cuando salíamos del instituto, les dije que si querían venir a la playa este sábado. El plan ya estaba confirmado, sólo me faltaba decírselo a Sookie, seguramente no le importase.
Fui directa a mi casa, como todos y cada uno de los días. Comí y mantuve una agradable charla con mi madre. Temas triviales, nada fuera de lo común.
Mi ropa era adecuada, así que partí para el estudio.
Como siempre, una escena llena de glamour y pintalabios. John, ocupaba su puesto de siempre con la modelo de ayer. Y yo, como la tonta de turno, le pregunté de nuevo:
-¿Donde está Alex?
-Alexandrew está en su despacho, mona – ignorante y mascando chicle, que novedad.
-No me llames mona, John.
-Joñ...ñines boñ..ita, que antipática - me miró de arriba para abajo – Por cierto, ¿no has pensado en teñirte el pelo? Ñ..ose, por ejemplo de rubia.
-¡No!
-Vale boñ..ita, era una idea.
Salí corriendo al despacho de Alex. Me consolé con que hoy la inoportuna modelo rubia no había intervenido.
Intenté ver algo por el cristal del amplio despacho. Le vi sentado en una silla y mirando con atención unos papeles. Decidí llamar a la puerta.
-¿Si?
Abrí la puerta con cautela y, posiblemente, educadamente.
-¡Oh, preciosa Calíope, musa de la bella voz! ¿Que ocurre? - dijo con tono animado.
-No, digo, como trabajo aquí...
-Realmente, aún no – sonrió – Toma asiento y firma tu contrato.
Eso hize. Pero, aunque me fiara en cierto modo de él (quizá también ciegamente) , me paré a leerlo. Todo bien y justo. Lo firmé.
-Aquí tienes – se lo tendí sin que me temblara el pulso, ni tampoco la hoja – Por cierto, no estoy muy a favor de los rumores, pero este me ha causado interés. También me ha impresionado, puesto que me lo ha contado una de las modelos que trabaja aquí. ¿Es cierto el rumor de...? - no sabía cómo decirlo.
-No tengas miedo, querida, dispara.
-¿...que te tiras a todas las modelos? - ¡lo dije sin pensar! ¡Que desastre!
-Mmm... quizá no debieras de haber sido tan directa, pero, en cierto modo, tengo yo la culpa. Me ha resultado chocante, pero has de saber que no todos los rumores son ciertos. Y este afirmo y persisto en que no lo es.
-Bien, te creo.
-Me alegra oír eso.
-¿Cómo debo empezar mi carrera prifesional como modelo?
-Para empezar, ve a que te preparen para dar tu primer desfile como principiante.
-¿Y debe ser hoy? ¿No tendrán que enseñarme cómo hacerlo?
-Se supone que ya lo sabes.
-Oh, entiendo – hize una pausa para pensar.
“¿Que se supone que debo hacer ahora?”
Alex interrumpió mis pensamientos.
-Pero no te preocupes. Puede que sea precipitado mandarte ahí sin siquiera haber pisado una pasarela antes. Yo te daré clases hoy y el tiempo que haga falta – ordenó un poco los papeles – Sin embargo, vete a prepararte ahora. Yo voy en unos minutos.
-De acuerdo.
Salí por la puerta.
Supuse que debería de ir a la sala central. Me senté en las sillas de espera y enseguida varios maquilladores y estilistas acudieron a mi para convertirme, en lo se llama, una verdadera princesa.

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