Para mi blog

Me gusta mi blog. Porque:
-Cuido lo que escribo
-Utilizo el vocabulario más rico que me puedo permitir
-Desarrollo la historia de un modo muy directo
-Me gusta la cantidad de personajes que hay y como son
-Hay gente que lo sigue y deja comentarios, y eso los honrra.
Me gusta mi blog. Y nadie me va a hacer cambiar de opinión. (:
Leelo, si tienes tiempo, igual te gusta...

jueves, 5 de noviembre de 2009

La propuesta

La historia de Erin me había asombrado tanto como colapsado. La verdad, si no fuera por la situación en la que sabía que se encontraba, no me habría creído ni una sola palabra. Pero, aunque no fuese mi amiga debía de creerla; por su bien y por el mío.
Al salir del instituto, me dirigí al pequeño parque que estaba, a lo mejor, a un kilómetro de mi casa. Me senté en el recalentado banco por el sol y me acomodé.
Debía pensar... ¿Cómo relacionar todo lo que había sucedido en apenas una semana? Nada me resultaba realista, ni siquiera la propuesta de ese tal Alex. ¿Que quería? ¿Por qué había tenido tanta confianza conmigo si apenas me conocía? Sincerándonos, dos frases son tema de reflexión súbita. Y, lector, una faceta mía que debes saber es que nunca he sido buena indagando en los sucesos que me han sucedido a lo largo de mi imperiosa vida. Y sí. Me gusta "domar al diablo", aunque no sea muy buena para ello.
Pero ese no era ni el momento ni el lugar. Al fin y al cabo, los grandes científicos, filósofos e incluso astrónomos, ya han dejado huella en algún parque. Para alguna gente es relajante estudiar en parques. Y, sintiéndolo mucho, yo no era esa persona. Así que, como toda adolescente normal, apoyé la pesada mochila en mis hombros y con un gesto perfeccionadamente presuntuoso, dí cinco pasos y salí de aquel sereno lugar en donde un grito ahogado o un simple bote con un balón de goma podían cansar del mejor padre al más grande científico.
Entré en casa.
-Hola, cariño - mi madre con un plumero en la mano, con estrafalaria expresión gentil.Y yo con una "ex-amiga" con un bombo (Qué paradójica es la vida, ¿no?)
-Hola, mamá. Voy un rato a mi cuarto, que estoy cansada.
-No lo parece, si se me permite decir.
-Oh,¿en serio? - y no era sorna, era verdad. Cara más radiante pocas veces vista.
-Bueno, es lo mismo. No te preocupes, cielo - se paró un momento - ¿Quieres comer?
-No gracias. Voy a mi habitación.
-Como quieras - siguió con la limpieza.
Atravesé el salón y decidí darme una ducha, ese calor era angustiosamente insoportable.
-¡Pero no te demores mucho! - esa fue mi madre de nuevo, que lo gritó a lo lejos.
Aunque no se notara, yo no estaba bien. Yo que había sido siempre tan... tan.. abierta, ahora estaba apagada por dentro. ¿Por qué Isobel, por qué? La respuesta era confusa. De repente, vino a mi mente la poco apetecible idea de que debía de ir a la universidad para ver las materias disponibles y condiciones. Al fin y al cabo, sólo me quedaban unos pocos meses para graduarme, así que debía informarme. Decidí adelantar la comida y dejarme de rodeos. Mi ducha había sido hoy por la mañana, por lo que técnicamente no era necesaria. Eliminada.
-Mamá, ¿está la comida preparada?
-Sí, ¿quieres comer ya?
-Por favor - fui lo más educada que pude. No deseaba quejas ni intervenciones inoportunas por parte de mi madre. Ir allí me llevaría toda la tarde. Además luego debía explicárselo...
Regresé a mi cuarto para ordenarlo un poco y comí.
Después de tener una larga charla con mi madre, aprobó mi decisión de buscar un apartamento modesto cerca de su casa cuando llegase la hora de ir a la universidad. Siempre había sido independiente. Aunque otras personas preferían llamarlo difícil de influenciar, que, aunque son cosas distintas, en este caso guardan relación. Aunque, modificando algo mi opinión, me gustase la compañía humana, hay momentos en los que una persona debe de dejar de depender de alguien para vivir su vida y no estar siempre al filo de alguien. Pero ese era mi momento, y quería aprovecharlo.
Cuando arranqué el coche, un extraño ruido me paralizó. ¡Oh,no! ¿Que ha sucedido en el capó del coche? Salí del mismo y abrí aquella tapa metálica de la que su contenido algunas nociones tenía. Se debe a que aún teniendo 17 años, un simpático amigo de la familia me coló en su autoescuela, y también me enseñó algo sobre mecánica. Ahora yo tenía 18, así que no corría peligro con los civiles. Por esto, me sentí con fuerzas para solucionar lo que había ocurrido.
-¡No puede ser! - estaba a punto de maldecir, pero preferí mantener mi línea.
Empezó a salir humo del coche. No sabía que hacer, pero, siendo sinceros era bastante sencillo. Llevaba móvil, y encima estaba casi en el centro de la ciudad. Me aparté un poco del coche y...
-Hola.
apareció él.
-Hola, Alex. ¿Qué estás haciendo tú aquí? - pregunta ilusa, lo sé.
Raro, nunca llamaba a la gente por su nombre. Y para acabar el pastel, me estaba comportando como él el otro día: ameno y con confianza.
-Bueno, es extraño, querida, pero es así. Nunca dudes algo que puede pasar.
Esto si que no era normal. ¿De verdad existía un chico en la faz de la Tierra que utilizara ese lenguaje? Eran pocos, y, Alex era uno de ellos. Algunas chicas consideran esto caballeroso. Yo tenía mis dudas.
-Mira, sin ser grosera. Tengo cosas que hacer así que mejor nos vemos otro...
-¿Te ayudo?
Bueno, ya me puedo considerar una chica que cree que personas como él son caballerosas.
-¿Con qué? - he de reconocer, lector, que en ese momento me hice la tonta. Pero, ni la mujer menos influenciable se resiste a tal propuesta.
-El coche.
-No es necesario.
-Tranquilízate, yo soluciono tu problema.
Me cogió suavemente de la cintura y me apartó de mi posición, que era enfrente del capó del coche, apoderándose de ese sitio.
-Por cierto, ¿cuál es tu nombre? -estaba mirando serio al incidente.
-Izz..obel.
-Ah, bonito nombre. ¿Te importa que te llame Izzie?
-Prefiero Isobel.
No debía de aparentar confianza. Por lo menos por ahora.
-De acuerdo. Isobel, ¿has pensado mi oferta? - parecía que manejaba con mucha facilidad el asunto. Ya no se desprendía tanto humo. Ser fría en ese momento fue duro.
Alguien me tocó el hombro.
-¡¿Qué?!
-No pasa nada, Isobel, soy yo. Te pido perdón. Pero dime, tomándote tu tiempo. ¿Te has parada a pensar en la oferta?
-¿En la de ser modelo?
-Exacto - por alguna extraña razón, me sonrió.
No pude contestarle. Me despisté. Por razones bastante obvias que no pienso explicar.
-¿Isobel?
Ah, perdona de nuevo! Y, respecto a tu oferta, ya te dije la primera vez que no me interesa.
-¿Estás segura? - juraría que en ese momento su animada expresión se cambió a súplica.
-Si... - me moría por aceptar. Pero no podía. Yo ya tenía un futuro planeado...
-Toma mi tarjeta - me la tendió - y no voy a empeorar la situación con la parte de " por si cambias de opinión", porque no me parece apropiada para dirigirme a una señorita. Así que me limitaré a decir : por si acaso.
-Gracias - la cogí, vale, pero sólo era por curiosidad.






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