Para mi blog

Me gusta mi blog. Porque:
-Cuido lo que escribo
-Utilizo el vocabulario más rico que me puedo permitir
-Desarrollo la historia de un modo muy directo
-Me gusta la cantidad de personajes que hay y como son
-Hay gente que lo sigue y deja comentarios, y eso los honrra.
Me gusta mi blog. Y nadie me va a hacer cambiar de opinión. (:
Leelo, si tienes tiempo, igual te gusta...

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Actidudes extrañas

-¡¿Qué ha pasado?! - grité. Pues cada segundo me encontraba peor.
"No te quedes ahí parada, ¡agáchate y ayúdales!" otra vez esa voz. ¿Me estaba volviendo realmente loca?
Aunque no me gustaba escuchar a desconocidos, hice lo que me dijo esa voz. Inconscientemente, no sé por qué.
-Cuando entré, ya estaba así. ¿A mí que me cuentas? -me dijo Lucas con un tono desagradable.
-Era por si tenías algún detalle - dije para defenderme - Si no, que hable él.
-¿Cómo va a hacerlo? Está inconsciente.
-No, no lo está. Aún abre un poco los ojos - me senté al otro lado del señor Fenessy, en el que no había sangre ni tampoco estaba el incansable Lucas - Señor Fenessy, díganos, ¿qué debemos hacer hasta que llegue la ambulancia?
Abrió un poco los labios, pero no hablo.
-No está en condiciones para hablar, déjale.
-Tu esposa tampoco está en condiciones para vivir, vete a consolarla.
Me pareció extraño, pero se marchó. Aunque igual tampoco se iba a consolarla, como yo le dije. Igual sólo se iba a ver un partido de fútbol, que no me extrañaría nada.
-To..rn..i..qu.et..e b..raz..o. M..ed..i..cin..a r..os..a c..ocin..a - todo esto lo dijo el señor Fenessy a duras penas. Capté todo lo que dijo y lo intenté seguir, para que todo fuese como la seda.
Me levanté de donde me encontraba y busqué un trozo de tela por el despacho. Encontré un trapo apoyado sobre una silla hecha a base nogal y con un asiento blanco, cuál me encantó, por eso se la describo al lector. Con ese trozo de tela, le hize un torniquete alrededor de la herida. Por un momento soltó algún que otro "ay", pero aguantó sin problemas aparentes.
Luego me dirigí hacia la cocina y rebusqué en todos los armarios yo sola, pues creo que Lucas y Austrie estaban solicitando una ambulancia y no quería interrumpir. La había encontrado, pero no era del todo rosa, era algo así como magenta. ¿Me arriesgaría?
"No tienes otro remedio" volvió a irrumpir esa voz.
Aunque fuese perder el tiempo y algo estúpido, decidí preguntar quién era.
"¿Quién eres?"
La voz no me respondió.
"Vaya timo" pensé yo.
Sin más distracciones, me dirigí apresurada hacia el despacho. La decoración en esos momentos me era irrelevante, aunque he de reconocer, me distraía un poco.
Ya en el despacho, me volví a sentar y a dirigir al señor Fenessy.
-Toma Bill, igual esto te calma el dolor - le di un poco usando una cuchara. No quería dar una cantidad alta por si acaso no era el jarabe que me había pedido - ¿Se siente mejor?
Asintió muy levemente con la cabeza, lo que quería decir que no había hecho efecto por completo; si no, hubiese asentido con más énfasis o claridad.
Le toqué la frente, por suerte no tenía fiebre. Pero se notaba que le dolía mucho el brazo izquierdo y de repente, también el cuello. Ya que se lo empezó a tocar para intentar reducir el dolor.
-¿Qué le ocurrirá...? - lo dije muy bajo, prácticamente lo pensé.
En ese momento rememoré algunas de las clases de Ciencias en las que tratábamos enfermedades y síntomas del cuerpo humano. Esa asignatura se me daba a la perfección, siempre tenía una nota que rondaba al 10. Por eso, intenté recordar enfermedades... ¡Ah, cómo no! Me acordaba de la enfermedad cardiovascular y de la enfermedad cerebrovascular. Por un momento, casi tuve claro que la enfermedad del señor Fenessy era la cerebrovascular, pero luego caí en la cuenta de que sentía dolores en el cuello y brazo izquierdo. Y, por alguna extraña razón, le sangraba el derecho, aunque eso no lo pude explicar.
Claramente, su enfermedad era la cardiovascular. Pero, ¿por qué? ¿Acaso el señor Fenessy fumaba o tenía diabetes? No lo creía, sinceramente. Aunque, ¿qué otra cosa podía diagnosticarle? No sabía mucho de medicina, pero estaba casi segura de que esto era un claro caso de enfermedad cardiovascular. Y lo peor de todo, era que no podía hacer nada. No tenía las suficientes nociones, y eso me ponía de los nervios.
Dejé un momento al señor Fenessy solo y corrí hacia la sala principal. Allí, me encontré a Lucas y Austrie de pie impacientes.
-¿Qué ocurre? - pregunté yo.
-Nada, simplemente esperamos al...
De repente, sonó el timbre.
-Médico - completó Austrie su frase.
El médico tenía unos cuarenta años, aún así, ya tenía el pelo lleno de canas. Llevaba un bata blanca y un traje debajo. Su expresión era seria, como la de todo médico frío e intratable.
-¿Dónde está el paciente? - preguntó sin cambiar la expresión ni moverse un centímetro.
-Acompáñeme, por favor - dijo educadamente Austrie.
Lucas los siguió y yo, sin más remedio, también.
No podía ver muy bien desde mi posición, pero puedo afirmar que el doctor estaba nervioso. Parecía que tenía experiencia, pero eso yo aún me lo planteaba.
Cuando entré en la habitación, el médico ya estaba arrodillado y abriendo su maletín, repleto de artilugios que más o menos yo conocía.
Primero sacó el estetoscopio y oscultó al paciente, le llevó bastante tiempo, no sé por qué.
-Por cierto - me dirigí a Austrie -, ¿no iba a venir una ambulancia?
-Sí, iba.
-¿Y por qué no vino?
-En el hospital nos dijeron que no había suficiente personal y ambulancias. Así que acreditaron que nos mandarían un médico del hospital más próximo.
Así, terminó nuestra pequeña charla.
El doctor estuvo más de quince minutos, pero finalmente dio con los síntomas, por lo que también con la enfermedad.
-Es cáncer.
-¡¿Qué?! - me quedé realmente asombrada con tal diagnóstico.
-¿Acaso no me cree?
-¿Debería?
-¿Quiere comprobarlo usted? - me miró de modo desafiante y me ofreció su material.
-¡No! El médico es usted.
-Entonces, ¿de qué se queja? No la comprendo.
-¡Lo que usted no entiende es de medicina! Así que, si va a regresar, hágalo con un título.
-¿Por qué piensa que mi diagnóstico no es el acertado?
-¡Por qué los síntomas no corresponden! ¿Es qué es tan difícil de entender?
-Voy a solicitar una ambulancia - cogió sus cosas.
"Y que se vaya pronto" pensé.
El médico insolente salió de la habitación con su maletín en la mano izquierda y tecleando un número de teléfono en su móvil con la derecha. Yo me arrodillé al lado del señor Fenessy, Lucas y Austrie también salieron del despacho.
"Me gustaría saber por qué todo ocurre tan deprisa"
Sí, la verdad es que me encantaría. No sabía tan siquiera ni dónde estaba. En un momento determinado estoy en un hotel, luego en una pensión, luego en otro hotel... Mi vida es un completo desastre. Y ahora, observando al señor Fenessy malherido. Juro que tiene suerte. Él tenía consigo mismo una lucha por sobrevivir físicamente, yo tenía una lucha conmigo misma por sobrevivir anímicamente. Y creía que era peor tener que mantener una lucha constante por encontrar una situación cómoda y una vida llevadera y sin preocupaciones. Me era imposible encontrar todo eso. Tal vez fuese por varias razones por las que no podía aguantar, y merecer lo que soy, y aguantar el pasado. Que tenga que estar en muchas cosas a la vez y que tenga que afrontarlas todas sola, con la temprana edad de 18 años. Todo esto me recordaba a varias obras literarias. Atrayente, sensual y cálido. Así era el futuro para mí todos los días. Siempre viendo las cosas de color de rosa. Quizá no fuese una virtud, porque luego es todo lo contrario. Ominoso, cerebral y frío. Aunque, aún así, me gustaba pensar por un momento que nada estaba mal y que las cosas fluían a un ritmo encantador y embellecedor. Seguramente estuviese en lo erróneo, aunque todos aprendemos de ellos. No sabía muy bien si estaba bien lo que hacía o sí empeoraba mi vida más de lo que necesitaba, eso sí, tenía claro que nada en el mundo me iba a impedir hacer lo que quisiese. Por eso, al principio de este diario, me he descrito como independiente. Si nadie quien le conduja o le guíe a través de nuevas experiencias llenas de dolor, cándidas y tal vez imperiosas.
Súbitamente, oí una sirena que procedía de una ambulancia. Aliviada, por el hecho de que ya se iban a llevar al señor Fenessy para curarle, me levanté también segura de mí misma.
-¡Ya está aquí! - anunció Lucas.
Oí unos pasos apresurados acercarse hacia mi posición. Rápidamente, salí del despacho dejando el paso libre. En ese momento se acercaron Lucas y Austrie cogidos de la cintura. Se les veía muchísimo más calmados, ¿no crees, lector?
-Izzie, será mejor que te marches ya. No creo que nos haga falta tu ayuda más - lo dijo despectivamente.
Eso me había ofendido, pero no me podía quedar en blanco.
-Por lo menos decidme a qué hospital habéis avisado.
-Em... Al Brucher Hurt - dijo Lucas apresuradamente, como si se lo acabase de inventar.
-Vale, gracias - les sonreí falsamente, claro está - ¿Puedo quedarme al menos hasta que se lleven a Bill?
-De acuerdo - Austrie también sonrió, falsamente.
Yo me pegué a la pared para no causarles problemas a los enfermeros. Lucas y Austrie hicieron lo mismo.
Me intenté relajar y no parecer nerviosa, ¿acaso eso no sube los ánimos?
Mientras miraba al suelo, vi dos sombras. Eran los dos enfermeros, que llevaban la camilla ya a cuestas.
Uno de ellos comenzó a hablar en alemán, dijiéndose a Lucas. Él le contestó y los dos comenzaron a moverse.
-Vamos, Izzie - dijo Austrie dijiéndose a mí, aunque me estaba dando la espalda y riendo con Lucas.
Yo les seguí un poco cansada, ya por la situación, directamente. Cuando estábamos en la entrada, vi unas llaves. Casi con un gesto que me llevó hacerlo un segundo, las cogí. Estaba casi segura que eran las de la casa.
Todos salieron y yo detrás de ellos.
Los dos enfermeros llevaron al señor Fenessy en la camilla hasta llegar a la ambulancia. Lucas y Austrie cerraron la puerta principal de la casa y acto seguido se subieron en un coche del que no reconocí la marca pero que parecía muy lujoso.
-Bueno, nos vamos, adiós - se despidieron.
-Adiós - contesté.
Todos se marcharon por la carretera principal.
Yo andé con sigilo hacia la puerta, allí metí la llave, cuál encajaba a la perfección.
Al abrir la puerta, me sentí extraña, ya que no solía hacer estas cosas muy a menudo, y eso me producía una sensación de pesadez que no me dejaba caminar. Pero había que hacerlo, ya que había algo que no me daba muy buena espina.
Primero comenzé echando un vistazo por la cocina. Todo parecía en su sitio, pero encontré una cosa en un armario que no me gustó demasiado. Era una post-it que traía lo siguiente:
Dar medicina verde. Tanto como se pueda, hasta pérdida de conocimiento.
No era la letra del señor Fenessy, ya que había visto algunos documentos por el despacho y el tipo de letra no coincidía. Sólo lo podían haber escrito o Lucas o Austrie.
Guardé el post-it en mi bolsillo y continué mirando alrededor de toda la casa.
En el salón no había nada, sólo una bolsa de patatas abierta y a la mitad. En todas las habitaciones del largo pasillo no había más que cuartos con una cama de matrimonio y un armario. Todas completamente vacías.
La habitación con los aparatos quirúrjicos estaba esterilizada y sin pista alguna. Aunque he de decir que había un bisturí manchado de sangre, bastante apartado y que me costó encontrar, por cierto.
Lo guarde en una bolsa de plástico que había en la misma habitación. Por si acaso, cogí otra.
Salí también de esa habitación y me metí en el despacho del señor Fenessy.
Efectivamente, la persona que había escrito eso en el post-it no era la misma que había escrito todos aquellos documentos. Aunque, hubo algo que me chocó, y es que había un trabajo que abajo traía la firma de Lucas. Era escolar y de hace bastante tiempo. Esa letra tampoco coincidía con las del post-it; eso me llevó a la conclusión de que la persona que había escrito en el papel era Austrie. Pero, ¿por qué? No tenía ningún sentido. ¿A quién tenía que darle medicina? ¿Por qué una que era "verde"? No entendía absolutamente nada.
En el despacho no había nada más que fuese de interés, así que salí de la habitación.
Volví a recorrer todo el pasillo y luego subí unas escaleras vastas. Sólo había unas de ellas, por lo que sólo había dos pisos.
En el piso de arriba había un montón de baños, pero aparte de eso, también estaba el cuarto de Lucas y de Austrie. Decidí entrar e inspeccionar.
Todo estaba muy desordenado, por lo que me sería difícil encontrar algo de valor. Sólo encontré sus documentos de indentidad. Curiosamente, no se llamaban ni Austrie ni Lucas. Austrie en realidad se llamaba Amèlie Tompson. Lucas tampoco era el nombre verdadero de aquel chico, en realidad era Lhumer Tompson. Entones, si eran hermanos, ¿cómo es que estaban casados? ¿Eso no es ilegal? En esa casa cada vez encontraba cosas que me gustaban menos. Guardé también los documentos de identidad. Me preguntaba si Bill sabría sus verdaderos nombres. ¡Ah, casi se me olvida! En la habitación también encontré una caja fuerte que no pude abrir. Intenté memorizar este dato para otro día poder venir e intentar abrirla.
Acto seguido, salí del cuarto.
Como ya no tenía nada que hacer allí, decidí salir de esa casa lo antes posible, hasta que las vi...
Manchas de sangre iban desde el cuarto de baño que estaba al lado de su cuarto hasta el despacho, saltándose la blanca escalera, que destacaba mucho. Eso quería decir que la sangre de Bill no salió de su cuerpo accidentalmente...

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