Para mi blog

Me gusta mi blog. Porque:
-Cuido lo que escribo
-Utilizo el vocabulario más rico que me puedo permitir
-Desarrollo la historia de un modo muy directo
-Me gusta la cantidad de personajes que hay y como son
-Hay gente que lo sigue y deja comentarios, y eso los honrra.
Me gusta mi blog. Y nadie me va a hacer cambiar de opinión. (:
Leelo, si tienes tiempo, igual te gusta...

sábado, 26 de diciembre de 2009

Su regreso

-¡Austrie, para! - grité mientras intentaba desenredar sus dedos del cuello señor Fenessy – O tal vez debería llamarte... Amèlie.
-¡Quítame las manos de encima, hija de puta! - de lo que gritó, casi se podría haber jurado que se iba a asfixiar de un momento a otro.
-Cálmate. ¿No ves que lo que estás haciendo sólo te convierte en una verdadera sádica? - llegué hasta a cogerla por los hombros, no sé por qué. Aunque he de reconocer que en ese momento me producía incluso algo de miedo, que me bloqueaba emocionalmente.
-¡¿Y qué?! - comenzaba a llorar desconsoladamente.
¿Qué se suponía que debía hacer en esos momentos de pura desesperación?
-Matándole no vas a conseguir absolutamente nada – ya la había soltado, pues sus manos aún estaban al acecho y mi cuello descubierto.
-¡No entiendes nada, nada! - en ese momento, no sabía realmente si estaba hablando con una persona o con un animal.
Se dirigió rápidamente a la mesita de noche que estaba cerca de la ventana, agarró un jarrón y lo lanzó directamente por la misma, sin tan siquiera correr el cristal.
-¿Qué haces? ¿Estás loca?
Estaba tan preocupada por lo que hacía Amèlie en esos momentos que no me fijé tan siquiera en el estado en el que se encontraba Bill. Tosía constantemente y su piel se había turnado prácticamente a rojo vivo.
-Bill, ¿estás bien?
No sabía qué hacer. La loca continuaba arrojando objetos por la ventana, y si la dejaba a solas con el señor Fenessy, corría el peligro de que intentase asfixiarle de nuevo. Sólo me quedaba la débil esperanza de que entrase una enfermera por la puerta. Pero se me ocurrió una idea mejor.
Me acerqué con sigilo a la ventana que prácticamente estaba desnuda (pues el cristal estaba destrozado) y sostuve a Amèlie durante unos segundos para pedir ayuda por la ventana. Ella fue más astuta que yo, me agarró por el cuello y me inclinó haciéndome bajar la cabeza en dirección al suelo. Todo ello con el propósito de tirarme a mi por la ventana de un modo más sutil.
-Si le salvas, mueres tú en su lugar – dijo con voz amenazante.
No estaba en condiciones de responder. Tan siquiera podía pensar en lo que estaba sucediendo porque a cada segundo me mataba más neuronas. Me faltaba la respiración, era un hecho. Tampoco descartaba lo que venía luego, aunque no quisiese hacer un intento de pensar en ello.
“Hija...”
¿Por qué la voz me llamaba...?
No me lo podía creer. ¿De verdad era ella? ¿Esa que me había educado y había cumplido la mayor parte de mis súplicas?¿La voz era mi madre?
“Ayúdame” contesté. No es la manera más ortodoxa para hacerlo, pero era lo más que se podía.
Ya no aguantaba más. Me rebelé y con las únicas fuerzas que aún residían en mí, alargué mi brazo para librarme de Amèlie. Ella, cómo no, cerró su mano para propanarme un puñetazo. Caí directa al suelo y, por si no fuera poco, mi pierna chocó contra el radiador produciendo un corte del que no paraba de gotear sangre.
-¿Te crees que me puedes? - me miró despectivamente - ¿Crees que tan sólo con un golpe puedes derribarme, como yo he hecho contigo?
Aún así como me encontraba, alargué la pierna sin la herida para hacer que perdiese el equilibrio y cayese en picado. Mi trampa funcionó, justo como yo esperaba. En esos momentos en los que ella sujetaba la cabeza por la herida que tenía, yo me levanté y me dispuse a pegarle un puñetazo; ella apartó la cabeza y lo único a lo que golpeé fue al hierro que sostenía la cama. Ese golpe provocó un gran dolor en mi mano derecha.
“¡Cuidado!” proclamó la voz.
Vi su mano cerca de mi cara, pero esquivé el segundo puñetazo que se disponía a darme.
En ese momento entró Lucas, o mejor dicho, Lhumer.
-¿Qué haces? - le dijo a ella enfadado y abriendo los brazos en cuanto vio la escena.
-Nos va a arruinar el plan – le contestó mientras me señalaba y caminaba para colocarse al lado de él.
-Pues entonces debemos... - levantó las cejas y su expresión se volvió seria.
Ella frunció el ceño.
-¿Pero qué dices, inconsciente?
Yo aproveché ese momento en el que discutían para saltar por encima de la cama del señor Fenessy y salir por la puerta. Como supondrá el lector, mi plan falló en rotundo, incluso empeoré las cosas más de lo que estaban. Lhumer me agarró por donde más me dolía, que era el cuello.
-Ahora si que la has cagado – me susurró con un tono tan amistoso que por un momento me pareció que estaba soñando.
Sacó una navaja, cuál me puso debajo del cuello mientras me lo sujetaba.
-Eh, eh, eh... - irrumpió la chica rubia – Quedamos en que nada de homicidio.
-Entonces, ¿qué quieres hacer? - uso un tono irónico cual no le distrajo en absoluto para apartar esa incómoda navaja de mi cuello.
Amèlie se acercó a la cama de Bill y de su parte inferior sacó unas cuerdas.
-Átala – le tendió las cuerdas al chico.
-De..ej..adl..a en p..az – dijo débil el señor Fenessy.
-Cállate – dijo Lhumer rudo - . Llevo muchos años esperando a que llegue este momento.
Rodeó mi cuerpo con las cuerdas, poniendo mucho empeño en las articulaciones para inmovilizarlas y que yo no pudiera desatarme. Una vez que terminó, volvió a agarrarme del cuello, ya sin navaja en mano.
-Vamos – dijo ella.
-¿Y qué hacemos con él? - Lhumer señaló a Bill.
-Ya nos ocuparemos más tarde de él, andando – contestó la chica rubia con un tono peculiarmente desagradable.
Al salir, pacientes y plantilla se sintieron amenazados al ver como Lhumer me agarraba por el cuello y me arrastraba. La chica rubia no tardó en actuar y empeorar aún más las cosas. Lo que hizo fue sacar una pistola, con ella comenzó a señalar a todo el mundo.
-Cómo alguien se mueva – paralizó a todos tan sólo con esas palabras e hizo que levantasen los dos brazos levemente -, está muerto.
Nadie contestó a esa amenaza ni intentó salvar mi vida. Simplemente se quedaron mirándolos con ojos como platos fruto del atroz miedo que seguramente sentían.
Amèlie no bajó el arma en ningún momento, Lhumer tampoco me soltó. Yo no sentía menos miedo que la gente que acababa de presenciar la escena, incluso era lógico que sintiese más, pues era la clara víctima.
-Cómo grites... - susurró él. Al cabo de decir esto, me tapó la boca con la mano derecha. Con la otra seguía atándome a una desdicha de la que no sabía si saldría, y lo peor, sin despedirme de nadie. Dios, en dónde me había metido...
En menos de lo que yo me esperaba, ya estábamos en la planta baja. Ahí había un mayor número de personas, pero no fue problema para ellos, pues iban armados.
Esta vez ella no tuvo que advertirles nada ni amenazarles. Tan sólo les mostró su pistola.
-Vamos – musitó ella tan bajo que me fue difícil captarlo.
Él asintió y continuó arrastrándome a vista de todos. Cuando salimos del hospital, ella alzó aún más el arma, para producir más sobrecogimiento entre los que observaban lo que sucedía.
“Me da mucho miedo lo que pueda pasarte...” empezó de nuevo la voz.
“No me va a pasar nada, mamá” me resultaba agradable poder por lo menos decir eso.
-Sube – me empujó él para que subiese al coche.
Yo lo hice para así no causar más problemas de los que ya tenía. Él subió después de mí. Al subir, cómo no, prosiguió sujetándome el cuello y tapándome la boca; realmente en el coche, no le encontraba verdadero sentido.
-¿Vas a estarte calladita? - manifestó Lhumer.
-Mjmmj – asentí.
Quitó su mano de mi boca. Esto fue un gran alivio para mí. Aunque me dio una oportunidad de permanecer sin su mano pegada a mi boca, yo no pude evitar articular lo siguiente:
-¿A dónde me lleváis?
Él movió la cabeza de un lado a otro.
-Ese no era nuestro trato.
Abandoné todo a lo que fuerzas se refería y me recosté en los asientos del vehículo mientras la chica rubia efectuaba peligrosas maniobras con el propósito de llegar antes al destino cual todavía desconocía.
Lo más funesto de todo esto era que no podría despedirme de, ya sabes lector, todas las personas a las que apreciaba. ¿Cómo podría...? No aguanté el hecho de que seguramente lo peor de todo esto también resultaba ser que nunca le podría perdonar, porque sencillamente no tendría la estúpida oportunidad de ello. “Inocente Calíope” ¡Con qué precisión me acordaba aún de sus palabras! Y aunque a primera vista el lector las considere cursis, para mí lo fueron todo. Incluso aún lo eran. Era increíble el modo en el que le añoraba. Todo él era mi vida.
“Te quiero” pensé para mí.
No pude evitar sollozar. Unas pequeñas gotitas de agua salada aterrizaron en mis vaqueros, dejando una marca que seguramente desaparecería en unos minutos. Los timadores ni se inmutaron, yo tampoco tenía interés en que lo hicieran. Lo único que quería era a él.
-Hemos llegado – proclamó Amèlie.
Miré a mi alrededor a través de los cristales del mercedes. Como en mi peor pesadilla. Me habían traído hasta un descampado.
-Baja – me ordenó Lhumer.
“¿Qué queréis de mí? ¿Qué?” grité tanto para mí, aunque no lo parezca, que el corazón se aceleró de una manera muy alocada.
Resignada, hice lo que me dijo. Al bajar yo del coche, me volvió a agarrar de una manera tan burda como él mismo. Ella fue adelantando y se colocó en el centro del descampado, cuál no tenía ningún tipo de vegetación y la tierra estaba increíblemente descuidada.
Él me arrastró hacia delante y me colocó enfrente de ella, tras esto corrió a su lado dejándome sola ante el peligro.
-Lo siento – dijo con cara de pena (fingida, por supuesto) mientras estiraba el brazo en mi dirección con la pistola bien agarrada por su mano derecha - , tengo que matarte. Sabes demasiado.
Su dedo ya estaba deslizándose en el gatillo cuando él irrumpió.
-¡No! - se colocó enfrente de mí.
-¡Alex! - grité yo emocionada mientras me disponía a levantarme para abrazarle y no soltarle nunca.

3 comentarios:

  1. Cuando me lo mandaste no lo pude leer por que no era un archivo word...
    Pero bueno, el caso es que ya lo he leido.
    Cuando digo yo que cada vez esto se pone más fuerte, tengo razón...y tanta,¿no?
    No es muy gracioso pero, me imaginé a Alex vestido de Superman. Jajajajaja.
    Como una buena fan nº1 (já, a las demás)comentaré tu capítulo.
    Ya cuando leí el capítulo pensé en una escena romanticona pero, luego me acordé de lo del hospital y mi idea se esfumó. ¿Pero para el siguiente habrá un besito?¿No?
    Venga! Quiero algo de amor! xD
    Sobretodo en estos dos (Izzie y Alex), que todavía les queda pendiente el beso del avión.
    ¿Y que va a pasar con Fenessy? ¿E Izzie va a llamar a su madre a ver si la perdona?
    Esto sólo tiene una respuesta..CAPITULO! CAPITULO!
    Bueno, pues ahora voy a actualizar yoo.
    Espero tu comentario.

    P.D.Ya sé que el comentario no es muy largo..

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  2. Gracias!! xD
    Yo estoy esperando ansiosa tu actualización. Los premios Boggler me pierden. jaja
    Bueno, voy a ver si actualizo. :)
    (el comentario tuyo es largo, no te creas x)

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  3. Actuaaalizaa! Actuaalizaaa! Actualiza, Carina, por diooooos! :)

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